En febrero de 2016 decidí organizar una boda sorpresa en la playa en Cádiz para mi novia. En aquel momento parecía un sueño o una locura, o incluso ambas cosas. Tomada la decisión, al vivir en Madrid, entendí que más allá de que toda la familia y amigos estuviéramos involucrados, necesitaba un “ancla”, alguien que estuviera sobre el terreno y que catalizase toda ilusión y ganas que a 600 kms le poníamos a la aventura. Busqué en internet y encontré a Toñi. Confié en lo que otras personas contaban tras haber contratado sus servicios y me decidí a llamarla. En seguida hubo química, y ella consiguió entender todos los matices y dificultades de la boda que quería ofrecerle a mi chica. Más allá de conseguir proveedores o solucionar inconvenientes, lo que más gustó de Toñi es que entendió el tono, estilo y energía que buscábamos para ese día y supo sumar para que mi chica, sin saber nada ni haber planeado absolutamente nada de ese día, tuviera la boda de sus sueños. O como dice ella, una boda mucho mejor de lo que nunca soñó.